Se completa el traslado
La elección del domingo 6 de junio ha sido histórica, como se anticipaba. Fue la más grande celebrada en México, y no sólo transcurrió esencialmente en paz, sino con una participación récord para una elección intermedia en los tiempos de la democracia (la de 1997, cuando inauguramos esta época, fue mayor). Tanto la participación, como el excelente trabajo del INE, son un triunfo determinante, que aleja el riesgo de que terminara esta breve época democrática en México, la única que hemos vivido en toda nuestra historia.
Por si fuese poco, se logró quitar a la coalición presidencial la mayoría calificada que tenía en Cámara de Diputados, que es indispensable para modificar la Constitución. Aunque en el Senado no la tiene, al contar con ella en Diputados ha podido el presidente presionar a la otra Cámara, y a veces doblarla. Ya no podrá ser, y eso impide pensar en una extensión del mandato presidencial, o la franca reelección. Yo estoy convencido que ése era el objetivo, y por ello me parece que hemos logrado algo trascendental.
En la figura 1 le presento los resultados esperados, en número de diputados, por partido político. Aparecen las curules actuales, y las que tendría cada instituto político de acuerdo con el rango estimado por el conteo rápido del INE. Utilizo el punto medio de cada rango, de forma que no necesariamente terminará así la distribución, pero tampoco se moverá demasiado.
Es clara la caída de Morena, y el ascenso de PAN y PRI. Los diputados que pierde el PT los gana el PVEM, de forma que ahí no hay mucho cambio. El PRD tiene una pequeña ganancia. Los partidos nuevos no lograrán el registro, y tampoco ganaron algún distrito de mayoría, así que no aparecen. Pero lo relevante es la conformación de coaliciones, especialmente la que respalda al presidente. En la figura 2 aparecen las dos posibilidades más cercanas. La primera es la que ya existe, Morena + PT (+ PES, si supera el 3% del voto), y la segunda adiciona al PVEM (partido verde).
Como puede ver, en este momento esa coalición más amplia es la que da la mayoría calificada al presidente: justo 333 diputados. Con los resultados del domingo, sin el partido Verde, la coalición presidencial ni siquiera tiene mayoría simple. (Por cierto, hay mucha confusión con los calificativos de la mayoría. Se pueden utilizar los dos que aquí comento, pero también se acostumbra usar “mayoría relativa” para un partido que tiene la minoría más grande de la Cámara, y “mayoría absoluta” para quien logra superar la mitad más uno, que es exactamente lo mismo que se describe con “mayoría simple”).
En el análisis semanal del 28 de marzo, le presenté aquí un análisis de la posible votación haciendo uso de la información de elecciones anteriores, no de encuestas. La estimación que le ofrecí fue muy cercana al resultado final, y por ello la incluyo en la tabla I ya desglosada por entidad federativa.
La primera columna fue la votación que obtuvieron Morena + PT este domingo, y la segunda es mi escenario “más probable” del 28 de marzo. La tercera columna indica la diferencia. En general son diferencias pequeñas, y en el agregado prácticamente desaparecen. Estimaba yo una votación de 39.3% para estos dos partidos juntos, y quedaron en 38.6%. Sin embargo, a la hora de hacer la tabla, me di cuenta de algo interesante, y por ello anexo dos columnas más. La cuarta es la votación de la coalición amplia: morena + PT + PVEM, y la quinta es la diferencia con mi estimación que, como le decía, viene del comportamiento tradicional del votante.
Note usted que los estados en los que hay una mayor diferencia (a favor de la coalición) son estados con fuerte presencia de crimen organizado. Falta Guerrero en ese grupo, en donde las complicaciones con la candidatura de Morena tuvieron un costo relevante. Nada más para pensar en el tema.
Sin embargo, lo más importante (después del refrendo de la democracia y el control al presidente) es que el trasvase de votos del PRI a Morena es un hecho consumado. Mi duda era si lo que vimos en 2018, cuando muchos votos del PRI desaparecieron y en su lugar se votó por Morena, era un hecho transitorio o permanente. Es permanente.
La figura 3 muestra la votación por el PRI contra la votación por la “izquierda” desde 2006, cuando AMLO participó por primera ocasión en la presidencial. La línea roja es el PRI y la morada es la “izquierda”, que entrecomillo por dos razones. La primera es porque no creo que ese término tenga sentido desde hace más de 20 años, aunque lo sigan usando. La segunda es que desde 2015 se trata de una combinación diferente de partidos, como lo señalo en la figura. Hay una línea punteada que incorporé para mostrar que las otras dos son prácticamente un espejo. Es el promedio de ambas. Lo que esa línea indica es que el voto del Nacionalismo Revolucionario, sea a través del PRI o a través de la “izquierda” (que es el PRI echeverrista) se mueve de 52 a 55% del total desde hace 15 años. En 2018 fue un poco mayor, y eso implica votos de otros partidos que apoyaron a Morena, pero no es muy grande la diferencia.
Para ver aún mejor ese trasvase, la figura 4 compara lo que ocurrió con PRI y Morena+PT+PES en los dos últimos sexenios. Promedio 2012-2015, y comparo con 2018-2021. Los votos que pierde el PRI son los que gana Morena. No es exacto, pero creo que es el movimiento más importante en términos electorales que hemos visto.
Y, para dejar totalmente claro lo que eso significa, le muestro en la figura 5 el partido de los gobernadores en México. Antes de la elección de 2018, antes de 2021, y lo que tendremos a partir de ahora, siguiendo los conteos rápidos del INE. Puede ser que algún estado cambie, pero no será mucho más que eso. Observe cómo el país se va poniendo morado. Para 2022 habrá 6 elecciones de gobernador. Es posible que el PAN mantenga dos de los que actualmente tiene, pero puede perder dos más: Tamaulipas y Quintana Roo, según los resultados del domingo pasado (que no tienen por qué repetirse de forma idéntica). El PRI perdería los dos en los que habrá competencia, Oaxaca e Hidalgo, también usando la votación del domingo como referencia. No tiene por qué ser así, pero hoy sería la mejor estimación.
En este momento, el panorama político de México está formado por un partido de un tercio del electorado, Morena, dos partidos con alrededor de 20% cada uno, PAN y PRI, dos partidos pequeños, MC (7%) y PVEM (5%), y dos partidos en el borde, PRD y PT. Las implicaciones de este panorama, y de los resultados electorales, los estaré comentando en mi columna “Fuera de la Caja” de El Financiero. Los detalles numéricos están mejor aquí.
El inconsciente mexicano sigue necesitado del modelo priista, no tolera cambiar de sistema político porque enloquece, por eso disfraza a MORENA de redentor y necesario, por la enorme culpa que sentiría al aceptar que Morena es el nuevo PRI; por eso prefiere negar lo evidente; pero como el alcohólico: terco, necio y cavernario, dice que no tiene un problema, que no es un adicto, y es más, el problema son los otros. Lamentable.
El adoctrinamiento de la escuela pública sigue dando frutos