La publicación de la información de oferta y demanda agregadas, la semana pasada, nos permite confirmar dos hipótesis. La primera, que se utilizó todo el poder del Estado para ganar la elección de 2024, dejando al país al borde del desastre. La segunda, que el mejor escenario tendencial que tenemos hoy es el estancamiento.
No puedo dar aquí todos los detalles (que puede usted ver en los servicios de suscripción en macario.substack.com o www.patreon.com/macariomx) pero sí puedo ofrecerle una visión general del asunto. La cancelación de la construcción del aeropuerto provocó una caída en la inversión que en el transcurso de 2019 se convirtió en una recesión. No alcanzamos a verla por completo porque llegó “como anillo al dedo” la pandemia. Por eso al período que inicia en octubre de 2018 y termina dos años después lo llamo “recesión López-Covid”.
Durante el confinamiento, a diferencia de lo que hicieron los gobiernos de prácticamente todos los países, aquí no hubo ningún programa de apoyo a empresas o familias. Si acaso, aprovecharon un crédito externo para repartir dinero sin compromiso, obviamente a sus cercanos. Por esa razón, al cierre de 2021 la economía mexicana era 3% inferior al tamaño previo a la cancelación del aeropuerto. Viene entonces un segundo impulso que nos lleva, al cierre de 2022, a un ligero crecimiento. En promedio, desde el aeropuerto hasta ese momento, el crecimiento anual era de 0.4%. La aprobación presidencial estaba en el nivel más bajo del sexenio.
Todo cambia en 2023. De pronto, tenemos un incremento notable en el consumo y la inversión, que obligadamente provoca un efecto similar en el déficit comercial, que llega a niveles históricos. No hubo mayor problema porque las remesas alcanzaban para financiarlo, y las altas tasas de interés mantenían al “peso fuerte”. Ese crecimiento, financiado con un notable incremento de la deuda pública, se convierte en una burbuja, que alcanza su máximo a inicios de 2024, en el caso de la inversión, y justamente en el momento de la elección, en el caso del consumo.
Desde entonces, ambas burbujas se desinflan. Ya no eran necesarias, el objetivo, ganar la elección, se había cumplido. La inversión se desploma, y en el primer trimestre de este año reporta una contracción de casi 7%, mientras que el consumo se reduce en 1%. Obviamente, las importaciones también caen, y gracias a ello el dato del PIB del primer trimestre fue ligeramente positivo, pero es una ilusión contable.
Sin embargo, el incremento de deuda que financió esas burbujas ahí sigue, y aunque el Banco de México baja lo más que puede la tasa de interés de referencia, el costo financiero ya tomó vida propia. El gobierno no tiene dinero, su deuda se acerca al nivel máximo aceptable para las agencias calificadoras, y PEMEX se ha convertido en una bomba de tiempo. Debe a proveedores, dicen, cerca de 20 mil millones de dólares, pero en realidad esa deuda es del doble.
El tamaño de las burbujas fue tal que para regresar al nivel normal en el transcurso de este sexenio será necesario soportar un estancamiento casi total. Dada la incertidumbre global, y la destrucción institucional interna, la caída en inversión puede ser mucho mayor. Algo similar ocurriría con una reducción en el flujo de remesas. Un evento disruptivo (no sé si lo de Irán lo sea) nos colocaría en una crisis severa.
Mi estimación, optimista en tanto no incluyo eventos como los del párrafo anterior, es que en los doce años de Morena el crecimiento promedio anual no alcanzará medio punto porcentual. Al momento, estamos ligeramente debajo de 0.8% anual. Hacia el 2030, un promedio anual de 0.2% es, insisto, la visión optimista. Querían cambiar de modelo, dicen. Lo lograron.
Excelente artículo Macario!!! Dices la verdad clara y haces señalamientos de TODOS(???) conocidos, sin embargo son ignorados o "echados de lado".
Que podemos hacer??? un abrazo de erg.edgar@gmail.com